En Washington, el cultivo y la crianza de mariscos no sólo están vinculados a la economía estatal, sino también a la historia y la cultura. Desde tiempos inmemoriales, los pueblos que habitaban el Estrecho de Puget han dependido de los frutos del mar para el sustento de sus familias. Y desde hace más de 160 años, los criadores de ostras u ostiones, almejas y mejillones han sido parte importante de la actividad comercial del estado.
Con 3,200 millas de litoral y 50,000 millas de ríos, Washington es hoy el mayor productor de mariscos cultivados en granjas acuícolas en los EE.UU. aportando el 25% de la producción nacional con un valor combinado que supera los $180 millones por año. Además, las más de 300 granjas en Washington generan indirectamente cerca de 3,200 puestos de trabajo.
Un ejemplo de esta actividad es Rivera Shellfish, un negocio familiar que opera en los alrededores de Shelton, una localidad ubicada en el extremo sur de Puget Sound. La relativa tranquilidad de este pueblo rodeado de densos bosques de diversas especies de abeto y pino se interrumpe de vez en cuando con el paso de pesados camiones cargados de madera.
Pero a corta distancia del aserradero de Industrias Sierra Pacific, la segunda empresa maderera más grande de Estados Unidos, se encuentra el lugar idóneo para el cultivo de mariscos. En esta cuenca compuesta por varias ensenadas se mezcla el agua de mar con el agua dulce de varios ríos que proviene de las montañas. Esta combinación, dicen los entendidos, es lo que da un sabor especial, casi dulce, a los mariscos – en especial a los ostiones. Además, hay varias islas que multiplican el litoral disponible para habilitar parcelas de crianza.
Noe Rivera trabajando con las mallas de ostiones en el sur de Puget Sound
Para los cultivadores, es un trabajo arduo que requiere de gran esfuerzo físico, de exposición a los elementos sin importar la estación, y de un monitoreo cercano de las mareas para llegar en el momento preciso a dar mantenimiento a las parcelas de cultivo repartidas que arriendan a los propietarios de casas a lo largo de las ensenadas y alrededor de las islas.
Noé y Efraín Rivera son dos de cinco hermanos originarios del estado de Puebla en México que se han dedicado por más de 20 años a la crianza y comercialización de mariscos en el sur del Estrecho de Puget.
Noé Rivera fue uno de los primeros hispanos en establecer una granja acuícola, Rivera Shellfish, dedicada a la crianza de ostiones y almejas hace más de una década. Su amor por los ostiones comenzó por azar.
Rivera’s Shellfish LLC (Izquierda) Hermanos Noe Rivera y Efraín Rivera (Derecha)
“Un hermano trabajaba en una compañía y trajo los ostiones a casa con una carnita asada y un ostión. Y pues me gustaron, me llamó la atención. Entonces me invitó mi hermano a trabajar con él. Y no sé, me gustó el cultivo, cómo se cultivaba un ostión”, dice Rivera.
Ahora, su hermano Efraín ha tomado las riendas del negocio: “Amo este tipo de trabajo. Me gusta mucho. Me gusta mucho andar en la playa, me gusta mucho el viento y la brisa del agua. Entonces lo disfruto y por eso creo que aquí andamos”.
A través de los años, los hermanos Rivera han conocido de cerca los cambios negativos que ha tenido el cultivo del ostión, algo que atribuyen tanto a los gajes del negocio, como al calentamiento global y la contaminación ambiental. El aumento de las temperaturas y la variación de la composición química del mar representan una amenaza para los moluscos de Puget Sound y para la comunidad y empresarios que dependen de la industria. La disminución en la cantidad y la calidad de la cosecha podría afectar también de manera negativa a los negocios que dependen de esta actividad comercial, como por ejemplo los supermercados, restaurantes, hoteles y otros negocios relacionados al turismo.
Efraín Rivera hablando sobre el impacto del clima en la producción de ostiones en Puget Sound
Uno de los cambios más nocivos para todos los seres que habitan en las aguas de Puget Sound, en especial para los moluscos, es el aumento de los niveles de acidez del mar. Este fenómeno ocurre al aumentar el dióxido de carbono atmosférico que absorbe el océano (causado por gases emitidos por vehículos y fábricas) y disminuye el pH del agua al propiciar un aumento en los iones de hidrógeno y una disminución en iones carbonato. Los iones carbonato son esenciales para el proceso de calcificación que le permite a muchos de estos organismos desarrollar sus conchas. Al escasear estas moléculas, los organismos no completan su ciclo de maduración y mueren. En el Estrecho de Puget, más del 30% de las especies marinas dependen de este proceso, como los cangrejos, erizos, estrellas de mar, mejillones, ostras y almejas.
El aumento gradual o drástico de la temperatura del agua tiene también un efecto negativo en los ecosistemas marinos del estrecho. Por ejemplo, el calor potencia la proliferación de algas que excretan biotoxinas letales para los seres que habitan el océano. Además, cada organismo marino requiere de un rango específico de temperatura para su normal desarrollo. Cuando esto excede la variabilidad natural, el metabolismo cambia, los organismos se debilitan y, tras una exposición prolongada, mueren. Los moluscos, en especial las ostras y almejas son sensibles a las temperaturas. Por eso el verano es una época crucial para los productores.
“Si ya estamos por mayo, junio… Normalmente se preocupa uno porque eso puede ser, este, la causa principal de por qué se está muriendo mucha producción del ostión. Y uno está tratando de cultivar lo más hondo para que el producto se mantenga, se mantenga más en el agua. Entonces es la razón para que no se muera mucho y otras de las razones es porque ayuda al crecimiento, hay más comida para el marisco”, explica Noé Rivera.
Desde mediados de 2019, el Departamento de Pesca y Vida Silvestre del estado de Washington (WFWD) ha recibido reportes sobre muertes masivas de ostiones en las granjas acuícolas. La entidad afirma que el aumento de la temperatura del agua y el medio ambiente estarían entre las causales; sobre todo cuando el alza coincide con la marea baja, exponiendo a los ostiones a la radiación directa del sol. Para acuicultores como Noé Rivera, el cambio ha sido evidente.
Noe Rivera con ostiones muertos en el sur de Puget Sound
“Hace 10 años… se moría marisco, pero no era demasiado el porcentaje a comparación del porcentaje del día de hoy que se está muriendo. No saben realmente cuál sea la razón”, dice Rivera añadiendo que los productores esperaban previamente una pérdida del 20 al 30 por ciento de la cosecha, pero en los últimos 3 años, han visto morir a más de la mitad.
La ola de calor que castigó al Pacífico Noroeste con temperaturas de más de 110º entre el 23 y el 28 de junio de 2021 tuvo consecuencias desastrosas para los criaderos de ostiones del Estrecho de Puget. Las temperaturas extremas coincidieron con una marea extremadamente baja al mediodía, dejando expuestos a los ostiones. Sin duda, el fenómeno fue un evento pocas veces visto en la historia del estado y su impacto fue tal que hasta la fecha las autoridades no han podido calcular su impacto ecológico y económico.
En el extremo sur de Puget Sound, la mayoría de los acuicultores utilizan bolsas de malla para el cultivo del ostión. Es un proceso arduo, laborioso y largo. Primero compran la semilla (o larva que ha empezado a desarrollar su concha) en granjas especializadas. El costo varía dependiendo del tamaño, pero según Rivera, un millón de semillas de ostión de un cuarto a media pulgada llega a los $60,000. Esta semilla se deposita en bolsas que se anclan cerca del nivel de la marea baja. Conforme el molusco crece, se cambia a bolsas más grandes, y al alcanzar un mayor tamaño, se retira de las bolsas y se distribuye a corta distancia de la playa. Al cabo de un año o poco más, el ostión alcanza la madurez y un tamaño óptimo para su extracción y venta.
Noe Rivera sacando las mallas de ostiones ala orilla para evaluar el estado de la producción
Los trastornos ocasionados por la ola de calor de 2021 a este largo proceso tuvieron resultados desastrosos para las granjas de Puget Sound. En menos de una semana, se destruyó el fruto de meses y hasta años de trabajo e inversión.
La devastación de las cosechas acuícolas fue muy dolorosa para los criadores del sur del estrecho, como explica Efraín Rivera: “Demasiado porque un día viene y lo ve todo vivito y al otro día viene y ya ve todo… Bueno, ya más de la mitad está abierto o sea ya todo cocido. Entonces sí, ya el año pasado fue fuerte para los productores aquí del ostión y almeja y mejillones. Fue, fue algo difícil”.
Pero los efectos continúan, ya que la muerte de los especímenes adultos impidió la fase de desove, interrumpiendo el ciclo reproductivo. Es posible que la venta de la semilla local de ostión, de la que dependen los productores de Puget Sound, se demore entre 2 a 5 años.
Aunque no todas las granjas sufrieron el mismo impacto por la ola de calor, tanto la comunidad científica como quienes dependen de esta actividad comercial temen que las consecuencias del evento meteorológico se sientan en la zona por varios años.
Noe Rivera organizando los ostiones para su venta en Rivera’s Shellfish
Los hermanos Rivera comparten su preocupación por el futuro del negocio familiar: “En los últimos años es demasiado el porcentaje que se ha muerto de ostión, entonces uno está pensándola para poder hacer inversión; la piensa uno”, dice Noé Rivera.
Su hermano Efraín reconoce la creciente incertidumbre: “Ahorita todos, la mayoría invertimos mucho trabajo, inversión económica y todo, pero no sabemos el clima ahorita en el verano como venga. Entonces si no se pone tan caliente, pues, tal vez tenemos esperanza de que nos vaya bien, pero si viene un verano muy fuerte, es un riesgo para los productores de todo tipo de mariscos”.